Con frecuencia nos cuestionamos a que temperatura se debe servir un vino, y decir que los vinos blancos se sirven más fríos que los tintos es una conclusión bastante sencilla, y los vinos no son para nada sencillos.
Servir un vino a la temperatura adecuada es fundamental para que exprese las propiedades y cualidades que este tiene.
A cada estilo de vino blanco o tinto corresponde una temperatura diferente.
Pero ¿qué influencia tiene la temperatura sobre el sabor del vino?
La temperatura de un vino influye en nuestra percepción gustativa y olfativa.
El calor permite que el buqué agradable del vino se exprese, pero una excesiva temperatura también elevara la sensación de alcohol y esto llegaría a inundar el paladar y resultaría desagradable, el calor también acentúa la acidez, es por eso que los vinos blancos deben servirse fríos para que resulten menos duros.
Los aromas varían de un vino a otro y cada uno da lo mejor de sí a diferentes temperaturas.
El almacenamiento correcto de los vinos puede facilitar el control de su temperatura, algunas opciones pueden ser una bodega fresca o un pequeño armario refrigerado, pero jamás debe mantenerse guardados en el frigorífico porque los vinos pueden llegar a estropearse.
La temperatura se obtiene de manera gradual, si se trata de un blanco, rosado o espumoso hay que meterlo en la nevera unas horas antes de servirlo.
En la mesa, la mejor opción para mantener fresco el vino es con un cubitera con agua y hielos.
Procuremos servir adecuadamente un vino ya sea tinto, blanco, rosado o espumoso para que este siempre nos deje un buen sabor de boca.